Portugal acaba de ser noticia por prohibir a los jefes enviar mensajes de texto y correos electrónicos a sus empleados fuera de su horario laboral. La prohibición forma parte de un nuevo conjunto de leyes que pretenden mejorar la conciliación de la vida laboral y familiar, en respuesta a la explosión del trabajo a distancia tras la caída de la Unión Soviética.
Las empresas con más de 10 empleados se arriesgarán a multas si contactan con los trabajadores fuera de su horario. Las protecciones reforzadas también permitirán a las personas con hijos trabajar desde casa indefinidamente. Además, los empresarios podrán tener que contribuir a cubrir las facturas de los empleados, como las de energía e internet, cuando aumenten debido al trabajo desde casa.
Portugal no es el primer ni el único país que moderniza su legislación y sus políticas laborales. Países como Francia, España, Eslovaquia, Italia y Alemania, por ejemplo, han implantado alguna forma de "derecho a desconectar" en un intento de crear límites más claros entre la vida profesional y la privada, dando a la gente la posibilidad de desconectar después de las horas de trabajo.
Nunca ha sido tan importante como ahora. Las cargas de trabajo y los horarios insostenibles son grandes causantes de estrés, ansiedad y agotamiento. No cabe duda de que la protección de la salud mental de los trabajadores es vital. La parte más complicada de esta ecuación se ha convertido en resolver una cuestión diferente: ¿Qué son las "horas de trabajo"?
La revolución del trabajo flexible
Con Covid-19 y la gran reimaginación global del lugar de trabajo llegó una afluencia masiva de diferentes formas de trabajo flexible. Cada vez son más las personas que pueden elegir su horario y su lugar de trabajo. Además de los países que han promulgado leyes para atraer y potenciar a los trabajadores independientes de su lugar de trabajo, los empresarios más avispados están creando políticas oficiales de flexibilidad para orientar a sus empleados hacia las modalidades de trabajo que más les convienen.
Las personas con hijos, por ejemplo, pueden elegir -o, más exactamente, necesitar- cuidar de sus hijos a mitad de una jornada laboral tradicional y reanudar el trabajo más tarde por la noche o el fin de semana. Algunas personas madrugadoras pueden empezar su jornada antes de que sus compañeros de trabajo se hayan despertado, y retirarse a primera hora de la tarde.
Si a esto añadimos equipos distribuidos por todo el mundo y dispersos en múltiples husos horarios, parece inevitable que el concepto de "horario laboral" tal y como lo conocemos ya no vuelva a significar lo que era. El horario de 9 a 5 no sólo ha muerto hace tiempo en muchos sectores, sino que cada vez hay más personas que ni siquiera trabajan de forma continuada a lo largo del día.
El resultado es que, si bien el trabajo a distancia es ampliamente aclamado por mejorar la productividad, los estudios también muestran que los empleados a distancia trabajan más tiempo, tienen más reuniones y se mantienen al día con más canales de comunicación que antes de la pandemia.
Casi el 70 por ciento de las personas que se pasaron al trabajo a distancia debido a la pandemia afirman que ahora trabajan los fines de semana. El 45% afirma trabajar regularmente más horas que antes, y los padres que trabajan son más propensos a hacerlo los fines de semana y más de ocho horas al día que los que no tienen hijos.
¿Pueden coexistir la flexibilidad y los límites en el lugar de trabajo?
El objetivo de los acuerdos de trabajo flexible es que las personas, los equipos y los clientes salgan ganando, no crear empleados crónicamente sobrecargados de trabajo que sean reacios a despedirse porque alguien pueda necesitar algo de ellos. Por eso es necesario establecer límites claros, y por eso las actualizaciones de la legislación laboral, como la anunciada recientemente en Portugal, pueden ser parte de la respuesta.
Pero al mismo tiempo, como la flexibilidad significa cosas distintas para cada persona, puede ser difícil aplicar una prohibición general de llamadas o mensajes a partir de cierta hora. La flexibilidad debe mejorar el equilibrio entre la vida laboral y personal de las personas, haciéndolas más felices y comprometidas con su trabajo. Para algunos, eso puede implicar trabajar "fuera de horario".
La clave está en diferenciar entre las personas que eligen su propio horario y las que se sienten presionadas para estar accesibles en todo momento. Para los empresarios, esto significa ser explícitos sobre las prioridades y expectativas, de modo que los empleados puedan compaginar el trabajo con sus vidas de una manera que permita establecer límites claros. También implica expectativas y directrices claras y mutuas sobre la capacidad de respuesta:
- ¿Cuándo se espera que la gente lea y responda a correos electrónicos, mensajes de texto o cualquier otra forma de comunicación?
- ¿En qué circunstancias (si las hay) es aceptable llamar o enviar mensajes de texto durante las horas libres de un empleado?
La medida de Portugal de imponer límites en el lugar de trabajo no es una solución mágica y única para el equilibrio entre vida laboral y familiar. Pero es una señal clara y bienvenida de que el país se está tomando en serio el bienestar de los empleados y está creando una cultura laboral sana y atractiva. Otros países, ¡tomen nota!
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